miércoles, 11 de febrero de 2009

Tradiciones Nazarenas

Vestir las Imágenes

La Dolorosa y Jesús Nazareno, con sus trajes de gala, esperando la Procesión del Encuentro en la Iglesia de Santa María.
Foto de Pili Valverde en la Semana Santa de 2008

Desde siempre, un grupo de hermanos se dedicaba a vestir las imágenes el Lunes Santo en la Iglesia de Santa María. Yo conocí, haciendo este "trabajo", a Pedro Torres (q.e.p.d.), junto a su hermano.
A primera hora de la tarde, las camareras de la Virgen llevaban los ropajes para la Dolorosa y el Nazareno, desde la casa de los Bobillos donde estaban guardadas durante todo el año.
En el momento que las camareras vestían a la Dolorosa, ningún hombre podía estar en la Iglesia, estos esperaban en la calle, mientras que la iglesia permanecía cerrada. Cuando terminaban su trabajo, abrían las puertas y los hermanos que vestían al Nazareno ya podían entrar a la capilla.
La verdad es que eran momentos muy especiales, subirte al altar de la capilla y bajar la imagen con todo el cuidado y mimo del mundo. Se le colocaba bajo el altar y con mucho cuidado (la imagen no estaba reparada) se le iban sacando los brazos para, después, quitarle toda la túnica. A continuación, y siguiendo las indicaciones del hermano Pedro, se le ponía la nueva túnica, el cíngulo dorado en el cuello, la cruz en su hombro y una peluquera le daba los últimos toques a la peluca.
Terminada la tarea, como en procesión, se le llevaba, cogido entre varios hermanos, hasta las andas que se encontraban fuera de la capilla. Tras colocarle en ella se hacia otro tanto con la Virgen, ya vestida por las camareras, y así quedaban los dos pasos juntos en la parte donde hoy esta la Veguilla.
Al finalizar, Pedro rezaba un padrenuestro por los fallecidos de la Cofradía y el comentario era de que Nuestro Padre nos había dado salud un año más. La verdad es que era emocionante ver aquellos dos pasos magestuosos y saber que tú habías sido parte de esa pequeñísima e intima historia.
Hay que decir que durante esos años, al lado de los pasos, la cofradía ponía unas pequeñas urnas de cristal para recabar apoyo monetario para sufragar gastos de la cofradía, esto es flores, velas, etc. Esto se retiró años después cuando la propia cofradía, ya con más hermanos, decidió sufragar con las cuotas estos gastos.

Modesto Viejo Rebordinos
Hermano Cofrade de Jesús Nazareno


Fotos: Roberto Rodríguez Conde - 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para los que vivimos apasionadamente (nunca mejor dicho) la Semana Santa, el ser partícipes del privilegio de tener en nuestras manos a las sagradas imágenes ante las que nuestro corazón se acelera es una sensación difícilmente descriptible. En esos momentos, una mezcla de orgullo y de responsabilidad, de saberte transmisor de una tradición de siglos, te eriza el vello y, a la vez, te da una fuerza, un impulso especial.

Son esos pequeños instantes en la intimidad de una iglesia casi vacía, en los que te sientes, no ya cerca, sino al lado de Él, son emoción pura, algo que recuerdas y sabes que recordarás toda tu vida.

Quizá alguien pueda pensar que con el paso de los años la rutina resta magia al momento, nada más lejos de la realidad, cada año, cada vez, el silencio te estremece y te emociona tanto o más que el año anterior.

Enhorabuena a quienes han podido saborear esta experiencia, a los que no, les animo a que lo hagan, seguro de que si lo hacen desde el corazón no sólo no saldrán defraudados, sino que repetirán.

RVIEJO dijo...

Querido primo pequeño (tú no eres el culpable de que Miguel te saque unos años, pero eso no lo puedes cambiar), el reto que te has planteado es muy interesante.

Conocer los usos y costumbres desde las vivencias de un cofrade “de toda la vida” es un placer. Seguro que lo que nos cuentas no consta en ningún libro de actas, forma parte de tus recuerdos y sentimientos y, por lo tanto, es mucho más de agradecer el que lo compartas con nosotros.

La “historia viva” de nuestras Cofradías está ahí, en la calle, y sería precioso que otros como tú se animaran a escribirla.

Un besazo.